4.3 Economía global vs economía local
Diversos estudiosos del tema plantean que un sistema económico confiable, productivo y sustentable debe tener como propósito la satisfacción de todas las necesidades de las personas, mediante el uso equitativo y ecológicamente sustentable de los recursos del planeta, teniendo en cuenta que no son inagotables.
La erradicación de la pobreza, la sustentabilidad social y cultural, la equidad intergeneracional
y la dignidad humana deben constituir importantes fines económicos. Por tanto, es necesario administrar los niveles de producción y de consumo, así como el trato preferencial a los países y pueblos empobrecidos, lo que ha de ser uno de sus componentes básicos.
La diversidad económica es parte indisoluble de la sustentabilidad y, como en cualquier otro orden, tal principio también debe aplicarse al ámbito de la economía. Por tanto, la diversidad económica implica estrategias económicas variadas, economías diversificadas (lo que supone un abanico de sectores y actividades económicas, en lugar de una economía basada en una o dos mercancías), y diferentes actores dentro de cada sector de la economía (es decir, no a los monopolios, una realidad común en México, como el caso del monopolio de los energéticos): el agua, la energía eléctrica y los combustibles fósiles.
México, debe contar en sus niveles estatal y municipal con la posibilidad de optar por aquellos mecanismos y estrategias económicas que consideren más convenientes para la satisfacción de sus propias necesidades económicas, sociales, culturales y ambientales, en cualquier momento que lo crean oportuno.
Compartir los recursos, eliminando la pobreza y las desigualdades
Las políticas económicas vigentes, como las promovidas por el Banco Mundial (bm) y el Fondo Monetario Internacional (fmi), agravan la pobreza y las desigualdades al transferir las riquezas desde los países pobres hacia los países con más recursos económicos, lo cual se recrudece con el pago de la deuda, que se cobra haciendo caso omiso del hecho de que los países ricos tienen una deuda ecológica con los países más pobres, en virtud del acceso permanente a sus recursos naturales, infravalorándolos, lo cual supera con amplitud el monto de la deuda financiera de estos países.
Esta redistribución debe ser revertida a fin de alcanzar un equilibrio que garantice que el acceso
a los recursos y a los beneficios derivados de su uso esté distribuido de manera equitativa al interior de cada país entre los diversos países y regiones. Se puede establecer el caso que se desarrolla en México, con la reformación del petróleo, debido a que los exportamos en “bruto” y después lo compramos reformado. De este modo, la deuda financiera de estos países emergentes debe ser compensada; además, el acceso a los recursos naturales, a una vida y un ambiente sanos deben ser proclamados como derechos humanos fundamentales.
Arturo, E. V. (2014). Desarrollo Sustentable. Ciudad de México: Patria.
Díaz, R. (2011). Desarrollo sustentable. México: McGrawHill
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